sábado, abril 20, 2019

Poema en línea recta por Fernando Pessoa

 

Fernando Pessoa


Poema en línea recta por Fernando Pessoa

Nunca he conocido a nadie a quien le hubiesen molido a
palos.
Todos mis conocidos han sido campeones en todo.

Y yo, tantas veces despreciable, tantas veces inmundo,
tantas veces vil,
yo, tantas veces irrefutablemente parásito,
imperdonablemente sucio,
yo, que tantas veces no he tenido paciencia para bañarme,
yo, que tantas veces he sido ridículo, absurdo,
que he tropezado públicamente en las alfombras de las
ceremonias,
que he sido grotesco, mezquino, sumiso y arrogante,
que he sufrido ofensas y me he callado,
que cuando no me he callado, he sido más ridículo todavía;
yo, que les he parecido cómico a las camareras de hotel,
yo, que he advertido guiños entre los mozos de carga,
yo, que he hecho canalladas financieras y he pedido prestado
sin pagar,
yo, que, a la hora de las bofetadas, me agaché
fuera del alcance las bofetadas;
yo, que he sufrido la angustia de las pequeñas cosas
ridículas,
me doy cuenta de que no tengo par en esto en todo el
mundo.

Toda la gente que conozco y que habla conmigo
nunca hizo nada ridículo, nunca sufrió una afrenta,
nunca fue sino príncipe - todos ellos príncipes - en la vida...

¡Ojalá pudiese oír la voz humana de alguien
que confesara no un pecado, sino una infamia;
que contara, no una violencia, sino una cobardía!
No, son todos el Ideal, si los oigo y me hablan.
¿Quién hay en este ancho mundo que me confiese que ha
sido vil alguna vez?
¡Oh príncipes, hermanos míos,
¡Leches, estoy harto de semidioses!
¿Dónde hay gente en el mundo?

¿Seré yo el único ser vil y equivocado de la tierra?

Podrán no haberles amado las mujeres,
pueden haber sido traicionados; pero ridículos, ¡nunca!
Y yo, que he sido ridículo sin que me hayan traicionado,
¿cómo voy a hablar con esos superiores míos sin titubear?
Yo, que he sido vil, literalmente vil,
vil en el sentido mezquino e infame de la vileza.
 

 

 

 
 

viernes, abril 19, 2019

Carta de Pablo Neruda a Matilde Urrutia

 

Carta de Pablo Neruda a Matilde Urrutia


Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oidos. Tu y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida.

Octubre de 1959
 
El 28 de octubre de 1966, Pablo Neruda formaliza su relación con Matilde Urrutia, casándose por el civil en su casa de Isla Negra.


martes, abril 16, 2019

Solsiret por Marco Martos

 
Solsiret por Marco Martos



 
 
Solsiret por Marco Martos

En un caballo bayo, esos de crines blancas y amarillas,
se desplaza Solsiret por los espacios siderales. Sobre sus ropas,
un manto transparente, una cola de cometa, una estrella que titila.
Su belleza inmarcesible va mostrándose por el universo entero,
llena de dignidad y de sonrisas. Lleva el afecto de todas las mujeres
y el de los varones honrados. Una multitud de tordillos
la sigue por el universo. En esas pelambres negras y blancas,
los niños que la celebran en su hermosa algarabía, expresan
su afecto por la madre que es la flor encendida de las costas
y las sierras, las montañas y los llanos, las tupidas selvas del Perú.
Solsiret es la mujer que conoce la eternidad, que entra en el tiempo
circular, y que bendice a sus hijos, a sus padres y abuelos,
a la gente que la conoce, a los que vendrán mañana y sabrán su nombre.
 

 

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