Voy al fondo del bar y pido una copa de vino tinto.
En el otro extremo, entre brumas, adivino las formas
de Paul Verlaine que bebe paladeando lentamente
un ajenjo más verde que las aguas del verano del mar.
Esteban Mallarmé está en la entrada, mira las luces
insolentes de la noche y mueve la cucharita de su café.
Entra una mujer de desconsolada belleza
y murmura palabras a cada uno de los bebedores.
Y varios se levantan, poco a poco, atemorizados.
A dos polizontes les dice, tú eres Tauro, tú eres Piscis,
y ellos desaparecen temiendo un vaticinio mortal.
A Verlaine le musita, te tocó la desdicha, la soledad,
y escuchar como música las gotas de la lluvia
sobre los tejados en el otoño de Paris.
A Mallarmé lo reconviene, excepto la poesía,
nada de lo que haces te hace feliz,
no te agrada ser profesor, tampoco esposo ejemplar,
tus buenos modales te hacen desdichado,
y hay niño que llora en tu amanecer.
Es magnífico lo que escribes, ¿quién lo leerá?
La estancia va quedando vacía. Solo van quedando
la misteriosa hechicera y mi desesperación.
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De mis manos brotarán
amapolas rojas como la sangre.
Así, quizás mi poesía sea eterna.
MI POESÍA SOY YO
FANNY JEM WONG M
LIMA - PERÚ