RUBÉN, EL CISNE
Rubén, el cisne, me acompaña
todos los días de mi vida,
vive oculto entre mis trastos
en el fondo de mi morada.
Cuando me canso de los libros,
de las risas de los humanos,
voy al estanque de los cisnes,
busco a Rubén, el dios alado.
Las serpientes, las serpentinas,
las siringas, silbidos raros,
le encantan esas eses finas
y las dice en su graznido
que parece desentonado
pero guarda gracia suprema,
tal rubí hallado entre los sueños.
¡Rubén, cisne de los sonidos! ,
¡Rubén de Américas celestes!,