Aniversario por Fernando Pessoa
En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños,
yo era feliz y nadie había muerto.
En la casa antigua, incluso mi cumpleaños era una tradición de siglos,
y la alegría de todos, y la mía, estaba asegurada con una religión cualquiera.
En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños,
tenía yo la gran salud de no entender cosa alguna,
de ser inteligente en medio de la familia,
y de no tener las esperanzas que los demás tenían por mí.
Cuando llegué a tener esperanzas ya no supe tener esperanzas.
Cuando llegué a mirar la vida, perdí el sentido de la vida.
Sí, lo que supuse que fui para mí,
lo que fui de corazón y parentesco,
lo que fui de atardeceres de media provincia,
lo que fui de que me amaran y ser yo el niño.
Lo que fui —¡Ay, Dios mío!—, lo que sólo hoy sé que fui…
¡Qué lejos!...
(Ni lo encuentro…)
¡El tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños!
Lo que hoy soy es como la humedad en el corredor al final de la casa,
que mancha las paredes…
lo que hoy soy (y la casa de quienes me amaron tiembla a través de mis lágrimas),
lo que soy hoy es que hayan vendido la casa.
Es que hayan muerto todos,
es que haya sobrevivido yo a mí mismo como un fósforo frío…
En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños…
¡Qué amor mío, como una persona, ese tiempo!
Deseo físico del alma de encontrarse allí otra vez,
por un viaje metafísico y carnal,
con una dualidad de mí para mí…
¡Comer el pasado como a pan con hambre, sin tiempo para mantequilla en los dientes!
Veo todo de nuevo con una nitidez que me ciega para cuanto hay aquí…
La mesa dispuesta con más lugares, con mejores dibujos en la loza, con más copas,
el aparador con muchas cosas —dulces, frutas, el resto en la sombra bajo lo elevado—,
las tías viejas, los primos diferentes, y todo por causa mía,
en el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños…
¡Detente, corazón mío!
¡No pienses! ¡Deja el pensar en la cabeza!
¡Oh Dios mío, mi Dios, Dios mío!
Ya hoy no cumplo años.
Perduro.
Se me suman días.
Seré viejo cuando lo sea.
Y nada más.
¡Rabia de no haberme traído el pasado robado en la mochila!...
¡El tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños!
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De mis manos brotarán
amapolas rojas como la sangre.
Así, quizás mi poesía sea eterna.
MI POESÍA SOY YO
FANNY JEM WONG M
LIMA - PERÚ