| RUBEN DARÍO | 
Darío, Ruben 
Reseña biográfica 
Poeta nicaragüense nacido en Metapa, hoy Ciudad Darío, en 1867.Fue, sin duda alguna, uno de los poetas hispanoamericanos que más decididamente cambió el rumbo de las letras hispánicas.Publicó
  sus primeros versos a los once años, y a finales del siglo XIX, ya  
consagrado, publicó “Azul”, obra con la que se inició «oficialmente» el 
 Modernismo Hispanoamericano.Al final de su vida se hundió en un ambiente bohemio, muriendo olvidado por todos en 1916.
A Francisca por Ruben Darío
Ajena al dolo y al sentir artero,
llena de la ilusión que da la fe,
lazarillo de Dios en mi sendero,
Francisca Sánchez, acompáñame… 
En mi pensar de duelo y de martirio 
casi inconsciente me pusiste miel, 
multiplicaste pétalos de lirio 
y refrescaste la hoja de laurel. 
Ser cuidadosa del dolor supiste 
y elevarte al amor sin comprender; 
enciendes luz en las horas del triste, 
pones pasión donde no puede haber. 
Seguramente Dios te ha conducido 
para regar el árbol de mi fe, 
hacia la fuente de noche y de olvido, 
A Margarita Debayle por Ruben Darío
Margarita, está linda la mar, 
y el viento 
lleva esencia sutil de azahar; 
yo siento 
en el alma una alondra cantar: 
tu acento. 
Margarita, te voy a contar 
un cuento. 
Éste era un rey que tenía 
un palacio de diamantes, 
una tienda hecha del día 
y un rebaño de elefantes. 
Un kiosko de malaquita, 
un gran manto de tisú, 
y una gentil princesita, 
tan bonita, 
Margarita, 
tan bonita como tú.
 Una tarde la princesa 
vio una estrella aparecer; 
la princesa era traviesa 
y la quiso ir a coger. 
La quería para hacerla 
decorar un prendedor, 
con un verso y una perla, 
y una pluma y una flor. 
Las princesas primorosas 
se parecen mucho a ti: 
cortan lirios, cortan rosas, 
cortan astros. Son así. 
Pues se fue la niña bella, 
bajo el cielo y sobre el mar, 
a cortar la blanca estrella 
que la hacía suspirar. 
Y siguió camino arriba, 
por la luna y más allá; 
mas lo malo es que ella iba 
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta 
de los parques del Señor, 
se miraba toda envuelta 
en un dulce resplandor. 
Y el rey dijo:  «¿Qué te has hecho? 
Te he buscado y no te hallé; 
y ¿qué tienes en el pecho, 
que encendido se te ve?» 
La princesa no mentía. 
Y así, dijo la verdad: 
«Fui a cortar la estrella mía 
a la azul inmensidad.» 
Y el rey clama:  «¿No te he dicho 
que el azul no hay que tocar? 
¡Qué locura! ¡Qué capricho! 
El Señor se va a enojar.» 
Y dice ella:  «No hubo intento; 
yo me fui no sé por qué; 
por las olas y en el viento 
fui a la estrella y la corté.» 
Y el papá dice enojado: 
«Un castigo has de tener: 
vuelve al cielo, y lo robado 
vas ahora a devolver.» 
La princesa se entristece 
por su dulce flor de luz, 
cuando entonces aparece 
sonriendo el Buen Jesús. 
Y así dice:  «En mis campiñas 
esa rosa le ofrecí: 
son mis flores de las niñas 
que al soñar piensan en mí.» 
Viste el rey ropas brillantes, 
y luego hace desfilar 
cuatrocientos elefantes 
a la orilla de la mar. 
La princesita está bella, 
pues ya tiene el prendedor 
en que lucen, con la estrella, 
verso, perla, pluma y flor. 
Margarita, está linda la mar, 
y el viento 
lleva esencia sutil de azahar: 
tu aliento. 
Ya que lejos de mí vas a estar, 
guarda, niña, un gentil pensamiento 
al que un día te quiso contar 
Abrojos por Ruben Darío
Lloraba en mis brazos vestida de negro, 
se oía el latido de su corazón, 
cubríanle el cuello los rizos castaños 
y toda temblaba de miedo y de amor. 
¿Quién tuvo la culpa? La noche callada. 
Ya iba a despedirme. Cuando dije “¡Adiós!”, 
Ella, sollozando, se abrazó a mi pecho 
bajo aquel ramaje del almendro en flor. 
Velaron las nubes la pida luna… 
Después, tristemente lloramos los dos.
¿Qué lloras? Lo comprendo por Ruben Darío
Todo concluido está. 
Pero no quiero verte, 
alma mía, llorar. 
Nuestro amor, siempre, siempre… 
Nuestras bodas… jamás. 
¿Quién es ese bandido 
que se vino a robar 
tu corona florida 
y tu velo nupcial? 
Mas no, no me lo digas, 
no lo quiero escuchar. 
Tu nombre es Inocencia 
y el de él es Satanás. 
Un abismo a tus plantas, 
una mano procaz 
que te empuja; tú ruedas,
 y mientras tanto, va 
el ángel de tu guarda 
triste y solo a llorar. 
Pero ¿por qué derramas 
tantas lágrimas?… ¡Ah! 
Sí, todo lo comprendo… 
No, no me digas más.
 
Amo, amas por Ruben Darío
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo 
el ser y con la tierra y con el cielo, 
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo; 
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo. 
Y cuando la montaña de la vida 
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos, 
amar la inmensidad que es de amor encendida 
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos! 
A Gregorio Martínez Sierra por Ruben Darío
Nada mejor para cantar la vida, 
y aún para dar sonrisas a la muerte, 
que la áurea copa en donde Venus vierte 
la esencia azul de su viña encendida. 
Por respirar los perfumes de Armida 
y por sorber el vino de su beso, 
vino de ardor, de beso, de embeleso, 
fuérase al cielo en la bestia de Orlando, 
¡voz de oro y miel para decir cantando: 
la mejor musa es la de carne y hueso!
Cabellos largos en la buhardilla, 
noches de insomnio al blancor del invierno, 
pan de dolor con la sal de lo eterno 
y ojos de ardor en que Juvencio brilla; 
el tiempo en vano mueve su cuchilla, 
el hilo de oro permanece ileso; 
visión de gloria para el libro impreso 
que en sueños va como una mariposa 
y una esperanza en la boca de rosa. 
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
Regio automóvil, regia cetrería, 
borla y mucera, heráldica fortuna, 
nada son como a la luz de la luna 
una mujer hecha una melodía. 
Barca de amar busca la fantasía, 
no el yatch de Alfonso o la barca de Creso. 
Da al cuerpo llama y fortifica el seso 
ese archivado y vital paraíso; 
pasad de largo, Abelardo y Narciso.
 ¡La mejor musa es la de carne y hueso!
Clío está en esta frente hecha de Aurora, 
Euterpe canta en esta lengua fina, 
Talía ríe en la boca divina, 
Melpómene es ese gesto que implora; 
en estos pies Terpsícore se adora, 
cuello inclinado es de Erato embeleso, 
Polymnia intenta a Calíope proceso 
por esos ojos en que Amor se quema. 
Urania rige todo ese sistema. 
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
No protestéis con celo protestante, 
contra el panal de rosas y claveles
 en que Tiziano moja sus pinceles 
y gusta el cielo de Beatrice el Dante. 
Por eso existe el verso de diamante, 
por eso el iris tiéndese y por eso
 humano genio es celeste progreso. 
Líricos cantan y meditan sabios: 
por esos pechos y por esos labios. 
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
ENVÍO: 1.907 por Ruben Darío
Gregorio: nada al cantor determina 
como el gentil estímulo del beso. 
Gloria al sabor de la boca divina. 
Bota, bota, bella niña…por Ruben Darío
Bota, bota, bella niña, 
ese precioso collar 
en que brillan los diamantes 
como el líquido cristal 
de las perlas del rocío matinal. 
Del bolsillo de aquel sátiro 
salió el oro y salió el mal. 
Bota, bota esa serpiente 
que te quiere estrangular 
enrollada en tu garganta 
hecha de nieve y coral. 
¡Carne, celeste carne de la mujer! 
¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla 
-dijo Hugo-, ambrosía más bien, ¡oh maravilla!, 
la vida se soporta, 
tan doliente y tan corta, 
solamente por eso: 
roce, mordisco o beso 
en ese pan divino 
para el cual nuestra sangre es nuestro vino. 
En ella está la lira, 
en ella está la rosa, 
en ella está la ciencia armoniosa, 
en ella se respira 
el perfume vital de toda cosa.
Eva y Cipris concentran el misterio 
del corazón del mundo. 
Cuando el áureo Pegaso 
en la victoria matinal se lanza 
con el mágico ritmo de su paso 
hacia la vida y hacia la esperanza, 
si alza la crin y las narices hincha 
y sobre las montañas pone el casco sonoro 
y hacia la mar relincha, 
y el espacio se llena 
de un gran temblor de oro, 
es que ha visto desnuda a Anadiomena.
Gloria, ¡oh Potente a quien las sombras temen! 
¡Que las más blancas tórtolas te inmolen, 
pues por ti la floresta está en el polen 
y el pensamiento en el sagrado semen!
Gloria, ¡oh sublime, que eres la existencia 
por quien siempre hay futuros en el útero eterno! 
¡Tu boca sabe al fruto del árbol de la Ciencia 
y al torcer tus cabellos apagaste el infierno!
Inútil es el grito de la legión cobarde 
del interés, inútil el progreso 
«yankee», si te desdeña. 
Si el progreso es de fuego, por ti arde.
 ¡Toda lucha del hombre va a tu beso, 
por ti se combate o se sueña!
Pues en ti existe Primavera para el triste, 
labor gozosa para el fuerte, 
néctar, Ánfora, dulzura amable. 
¡Porque en ti existe 
el placer de vivir hasta la muerte 
ante la eternidad de lo probable…! 
¿Cómo decía usted, amigo mío? por Ruben Darío
¿Cómo decía usted, amigo mío? 
¿Qué el amor es un río? No es extraño. 
Es ciertamente un río 
que, uniéndose al confluente del desvío, 
va a perderse en el mar del desengaño.
Cuando cantó la culebra…por Ruben Darío
Cuando cantó la culebra, 
cuando trinó el gavilán, 
cuando gimieron las flores, 
y una estrella lanzó un ¡ay!; 
cuando el diamante echó chispas 
y brotó sangre el coral, 
y fueron dos esterlinas 
los ojos de Satanás, 
entonces la pobre niña 
perdió su virginidad.
 
 
 
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De mis manos brotarán
amapolas rojas como la sangre.
Así, quizás mi poesía sea eterna.
MI POESÍA SOY YO
FANNY JEM WONG M
LIMA - PERÚ