HOJA DE VIDA DE MARIA VITA DE ALVAREZ
MARIA VITA DE ALVAREZ |
Pintor Omar Delgado.
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Nació en Lima , el 22 de julio de 1917.
Hija de Joaquín H. Vita y Gómez Bustíos y de Wihelmina Segura y Tudela de Vita. De su matrimonio con Juan Alvarez Segura tuvo tres hijos Elsa, Juan y Enrique Alvarez Vita. La primera, bibliotecóloga; el segundo, embajador del Perú; y el tercero, matemático.
María Vita de Alvarez, quien hace un mes fue llamada a la Casa del Señor, fue un ser humano predestinado a servir al prójimo desde muy joven en una forma desinteresada dedicando más de 50 años de su fructífera vida a luchar por los menos favorecidos, niños, ancianos, mendigos y mujeres en condiciones desiguales dentro de nuestra sociedad, todos eran merecedores de sus desvelos; para ella no existían los barreras cuando se trataba de trabajar y alcanzar metas para mitigar de alguna forma el sufrimiento de la gente.
Esta vocación tan especial no era obstáculo para dedicarse con igual abnegación a la familia que formó y es justamente con su esposo, Juan Alvarez Segura que inicia en Chosica, en ese entonces llamada la “Villa del sol”, una labor social que solo acabaría con su muerte.
María tenía muchos dones, el don de escribir, de tejer bellos poemas, que son una expresión de poesía mística contemporánea, el don de la palabra que usaba en cualquier ocasión con una facilidad muy especial. Era incansable en la entrega, en el trabajo, en la amistad sincera que profesaba a las amigas que ella tanto quería y con quienes compartía los mismos ideales.
Fueron 50 años, sí, de actividad desplegada en muchas instituciones de bien social donde alcanzó los más altos cargos que ella desempeñaba con eficacia, alegría y entusiasmo. Sin embargo, el brillo de su personalidad que a todos encantaba nunca fue más grande que la sencillez con que ella afirmaba que todas sus acciones, sus discursos, sus obras, no eran de ella y sí de Dios. Por ello podríamos sintetizar que su mayor don era el de amar al género humano en su mayor extensión. Por los países que recorrió, dejó siempre ese mensaje de paz y de amor que tanta falta hace para el entendimiento entre la humanidad.
Recibe con mucha simplicidad numerosos homenajes y altas condecoraciones en nuestro país; escribe libros y artículos, asiste a seminarios y conferencias en el extranjero, trabaja incansable hasta los 90 años, llegando a ser Presidenta Honoraria y Vitalicia del Centro Permanente de Paz del Perú y Presidenta Honoraria y Vitalicia del Consejo Nacional de Mujeres del Perú, cuyos miembros nos han congregado en torno a esta Eucaristía, bajo el mismo signo de amor plasmado en su lema, el lema de María: Servir hasta morir.
Elsa Alvarez Vita
19 de agosto de 2007.
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Nació en Lima , el 22 de julio de 1917.
Hija de Joaquín H. Vita y Gómez Bustíos y de Wihelmina Segura y Tudela de Vita. De su matrimonio con Juan Alvarez Segura tuvo tres hijos Elsa, Juan y Enrique Alvarez Vita. La primera, bibliotecóloga; el segundo, embajador del Perú; y el tercero, matemático.
María Vita de Alvarez, quien hace un mes fue llamada a la Casa del Señor, fue un ser humano predestinado a servir al prójimo desde muy joven en una forma desinteresada dedicando más de 50 años de su fructífera vida a luchar por los menos favorecidos, niños, ancianos, mendigos y mujeres en condiciones desiguales dentro de nuestra sociedad, todos eran merecedores de sus desvelos; para ella no existían los barreras cuando se trataba de trabajar y alcanzar metas para mitigar de alguna forma el sufrimiento de la gente.
Esta vocación tan especial no era obstáculo para dedicarse con igual abnegación a la familia que formó y es justamente con su esposo, Juan Alvarez Segura que inicia en Chosica, en ese entonces llamada la “Villa del sol”, una labor social que solo acabaría con su muerte.
María tenía muchos dones, el don de escribir, de tejer bellos poemas, que son una expresión de poesía mística contemporánea, el don de la palabra que usaba en cualquier ocasión con una facilidad muy especial. Era incansable en la entrega, en el trabajo, en la amistad sincera que profesaba a las amigas que ella tanto quería y con quienes compartía los mismos ideales.
Fueron 50 años, sí, de actividad desplegada en muchas instituciones de bien social donde alcanzó los más altos cargos que ella desempeñaba con eficacia, alegría y entusiasmo. Sin embargo, el brillo de su personalidad que a todos encantaba nunca fue más grande que la sencillez con que ella afirmaba que todas sus acciones, sus discursos, sus obras, no eran de ella y sí de Dios. Por ello podríamos sintetizar que su mayor don era el de amar al género humano en su mayor extensión. Por los países que recorrió, dejó siempre ese mensaje de paz y de amor que tanta falta hace para el entendimiento entre la humanidad.
Recibe con mucha simplicidad numerosos homenajes y altas condecoraciones en nuestro país; escribe libros y artículos, asiste a seminarios y conferencias en el extranjero, trabaja incansable hasta los 90 años, llegando a ser Presidenta Honoraria y Vitalicia del Centro Permanente de Paz del Perú y Presidenta Honoraria y Vitalicia del Consejo Nacional de Mujeres del Perú, cuyos miembros nos han congregado en torno a esta Eucaristía, bajo el mismo signo de amor plasmado en su lema, el lema de María: Servir hasta morir.
Elsa Alvarez Vita
19 de agosto de 2007.
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De mis manos brotarán
amapolas rojas como la sangre.
Así, quizás mi poesía sea eterna.
MI POESÍA SOY YO
FANNY JEM WONG M
LIMA - PERÚ