martes, diciembre 31, 2019

FANNY JEM WONG: UNA EXPRESIÓN EN UN UNIVERSO DE CONCRESIÓN Y BELLEZA. Escribe: TEODORO J. MORALES.

FANNY JEM WONG: UNA EXPRESIÓN EN UN UNIVERSO DE CONCRESIÓN Y BELLEZA. Escribe: TEODORO J. MORALES.


FANNY JEM WONG: UNA EXPRESIÓN EN UN UNIVERSO
DE CONCRESIÓN Y BELLEZA.
Escribe: TEODORO J. MORALES.

“PÉNDULO AMARILLO” HAIKUS” DE FANNY JEM WONG



Fanny Jem Wong (1) publicó “PÉNDULO AMARILLO” HAIKUS” (2); es el segundo poemario que publica.

El HAIKU, es un tipo de poesía japonesa, (poema breve), que está más allá de la palabra, no es solo forma. Tiene una estructura de diecisiete sílabas, escrito en tres versos, de cinco, siete y cinco sílabas, respectivamente); al decir sílaba, se está hablando de “moras” o “jion”, como unidades para medir la duración de los segmentos fonológicos, pero comúnmente se sustituyen por sílabas cuando se traducen o se escriben haikus en otras lenguas; en definitiva (el haiku) es una expresión poética con estructura de expresión muy propia, que tiene una concepción filosófica que le da sustento,

El Haiku, “se basa en el asombro y la emoción que produce en el poeta la contemplación ante la realidad (tradicionalmente es un espacio de pura naturaleza). Siguiendo el régimen tradicional japonés, la composición suele contener alguna referencia directa o indirecta a la estación del año, mediante el uso de un kigo o palabra que evoca las estaciones. Los saijiki son listas extensas de palabras kigo en japonés, que el poeta puede utilizar. Originalmente la esencia del haiku es una escena “cortada” mediante la conexión de dos imágenes separadas por un kireji que es el término cortante o separador.

La expresión poética viene a ser “la materialización de la palabra sacra, de lo sagrado; que, recae en la totalidad del universo. Y el universo lo conforma todo aquello que es natural y no está corrompido por la mano del hombre”. (…) “El poeta “intenta aprehender aquello que no puede tocarse, que no puede entenderse, que no tiene nombre, que es el soplo y principio de la vida natural. El poeta se afana por atrapar la esencia divina que se encuentra en la naturaleza, lo sagrado que permanece en lo ´primigenio, en la energía pura no manipulada por el hombre; para ello, el poeta despoja a la palabra de cualquier artificio, de toda manipulación, y pretende reducir su decir a la más elemental expresión, a aquella que no presenta retoque ni transformaciones posteriores. El poeta, mediante el uso de cualquier forma poética a su alcance, y especialmente, en el haiku, intenta, así, atrapar lo sagrado”.

El haiku en su esencia es espíritu de vida, verdad de tiempo, existencia en mágica presencia. Fanny Jem Wong, en su expresión poética, se alza desde las profundidades del espíritu mismo de esa eterna búsqueda de verdad y belleza- en lo que existe, de lo que es vida y de lo que existe más allá de ella; eso, le da un sello de identidad y personalidad propia, a lo que escribe. Ella, dice “cada poema es único e irremplazable por las connotaciones emocionales que encierra, y como una expresión del alma y del arte”.

“mis emociones
péndulo amarillo
deshojándose”

*
“mis emociones
péndulo amarillo
deshojándose”

La poesía viaja, las alas que tiene le permite llegar a todas partes; ella, lleva su encanto y su verdad, y se hace alimento de todos. El haiku, no es simple malabarismo verbal para distraer la mente de un lector; es búsqueda, de verdades que están más allá de lo tangible y expresable- en ese intento, un poeta llega al corazón de lo sagrado- a su mística significación; podría decir: el logro, es fruto de todo un rito de realización espiritual.

José Beltrán Peña, en la PRESENTACIÓN, que escribe para el libro, dice: “Péndulo Amarillo”, tiene el sentir de lo oriental entrecruzado por lo de nuestro país, y sus variados colores, sentimientos y estaciones haciendo una simbiosis rica y muy especial” (…) “es un canto a la vida, al arte, al hombre, a sus orígenes, a la naturaleza, a su presente, el amor en todos sus lados, experimentados con sus cinco sentidos y sensibilidades con cultura y filosofía recreadas e inclusive catárticamente pero en forma libre”. Refiriéndose a los ochenta y ocho haikus, del libro, dice, en ellos, Fanny, “construye sus versos en diversos estilos, abordando temáticas con fino erotismo, existencialismo de gran profundidad, coloquiales con una delicada y abierta comunicación, surrealistas a plenitud”; en los que, encuentra una “elevada sensibilidad humana, femenina y artística, haciendo destellar la belleza de la oscuridad y la brillantez oscura de la luz con aura libre y arrebatadora”.
“radiante vivaz
apagando sus fuegos
mueres de amor”

*

“radiante vivaz
apagando sus fuegos
mueres de amor”

En PÉNDULO AMARILLO, Fanny Jem Wong, trae a nuestra realidad cultural una expresión japonesa, al hacerlo, la enriquece, le insufla la riqueza de la cultura nuestra, y consigue una comunicación excelsa de la belleza con la palabra con una temática diversa, de excelente calidad y solidez artística.
 
“bella y blanca
naces en primavera
amorosa flor”.

*

“bella y blanca
naces en primavera
amorosa flor”.

En los HAIKUS, de “Péndulo Amarillo”, Fanny Jem Wong, consigue sintetizar la expresión poética en grado sumo, hasta hacerla florecer- en ese cruce que se da entre la expresión japonesa y la riqueza vivencial de nuestra cultura, y consigue entregar una versión enriquecida- en lo suyo. Por lo mismo, ese aporte que se da a la expresión poética, con ese mestizaje, hay que estudiarlo. No se trata de esa expresión propia del haiku concebida dentro de los cánones de sus orígenes propios de la cultura oriental, es una nueva- a la que se suma aportes de la cultura peruana, descendiendo de ese universo supremo y divino- para incorporarlo a esa realidad humana de eterna contienda (vida y muerte; principio y fin; realidad y sueño), desde donde se nos habla en un lenguaje que todos conocen- porque lo vivimos.
 
“el universo
es valiente estrella
marca tu tiempo”.

*

“el universo
es valiente estrella
marca tu tiempo”.

NOTAS:
(1).- Fanny Jem Wong, es seudónimo de Fanny Wong Miñán (Escritora, gestora cultural, y miembro de la SOCIEDAD LITERARIA AMANTES del PAÍS - Perú). Nació en Lima el 29 de julio de 1964. Hija de Julio Víctor Wong Espinoza y de Esther Miñán Soliz. Es Magister en Psicología Educativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Licenciada en Psicología en la Universidad Inca Garcilazo de la Vega. 

(2).- “PÉNDULO AMARILLO” (HAIKUS). Gaviota Azul Editores. Primera Edición, julio 2019, 123 pp. Lima. Carátula: Fotografía de Fanny Jem Wong Formato: 14.5 x 20.5 cm.

 

domingo, diciembre 15, 2019

ARTE : FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

ARTE : FONGWEI LIU

Fongwei Liu se licenció en bellas artes en la Academia de Bellas Artes de Yunnan, China, en 1994 y reanudó su formación artística en los Estados Unidos, recibiendo el título de MFA de la Academy of Art University, San Francisco en 2009.
 
Desde 2010, Fongwei ha estado impartiendo clases de pintura a nivel de postgrado en la Academia de Arte de la Universidad de San Francisco.
 
ARTE FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

ARTE FONGWEI LIU

miércoles, diciembre 11, 2019

El vado de José Watanabe

 

El vado

José Watanabe

Si vas por la playa donde se vadea el río
verás,
plantadas en el limo,
largas varas de eucalipto. Están allí
para los caminantes que van a la otra ribera.
Una será tu cayado:
con ella tantearás, sin riesgo, un camino
entre las aguas turbias
y las piedras de resbaloso musgo.

Cuida de dejar hundida la vara
con gratitud
en la otra orilla: otro viene:
acaso mi padre
que en las tierras amarillas busca sandías silvestres,
acaso yo
que regreso, retrasado y viejo,
mirando ansioso mi pueblo que tras el río
ondula o se difumina en el vaho solar.
Allí,
según costumbre, sembraron mi ombligo
entre la juntura de dos adobes
para que yo tuviera patria.

Deja el cayado clavado en el limo.

jueves, diciembre 05, 2019

POEMAS DE LOUIS ARAGON París- Francia, 1897-1982

 

QUE NO HAY AMOR FELIZ POR LOUIS ARAGÓN

LOUIS ARAGON

París- Francia, 1897-1982 , poeta y novelista francés


QUE NO HAY AMOR FELIZ

Nada tiene seguro
El hombre ni flaqueza
Ni fuerza ni corazón
Si cree abrir los brazos
Una cruz es su sombra
Cuando quiere ceñir
Su vida la destruye
Es su vida un extraño
Doloroso divorcio
Que no hay amor feliz

Se parece su vida
A soldados sin armas
Que se hubiera vestido
Para muy otro fin
De qué puede servirles
Alzarse de mañana
Para hallarse a la tarde
Desarmados sin fe
Repetid «vida mía»
Y contened el llanto
Que no hay amor feliz

Amor mi bello amor
Desgarradura mía
Yo te llevo en mi ser
Como pájaro herido
y aquéllos sin saber
Miran cómo pasamos
Diciendo tras de mí
Palabras que he trenzado
y por tus grandes ojos
Murieron sin vivir
Que no hay amor feliz

De aprender a vivir
No hay tiempo es tarde
Lloremos en la noche
Nuestro llanto al unísono
Con cuántas pesadumbres
Pagamos un temblor
Y con cuántos dolores
La mínima canción
Por un son de guitarra
Cuánto hay que gemir
Que no hay amor feliz

Que no hay nunca amor
Que no sea un dolor
Que no hay nunca amor
Que no nos llegue a herir
Que no hay nunca amor
Que no pueda humillar
Ni el amor a la patria
Más que el amor a ti
Que no hay nunca amor
Que no haga llorar

Que no hay amor feliz
Nuestro amor es así

Versión de: José Ángel Valente

 

 Lo que dice Elsa

Me dices que estos versos son oscuros, y acaso
lo son, sin embargo, menos de lo que he querido.
Cerremos nuestra ventana sobre la felicidad robada,
por miedo a que entre el día,
y vele para siempre la foto que deseaste.

Me dices nuestro amor si es que inaugura un mundo,
es un mundo en el que la gente gusta de hablar
sencillamente.
Deja allá a Lancelot, deja la Tabla Redonda,
Ireo Virnana Esclarnionda,
que por espejo tenía una espada deformadora.

Lee el amor en mis ojos y no en las sombras.
No trastornes tu corazón con sus antiguos filtros.
Las ruinas a mediodía son solamente escombros.
Ésa es la hora en que tenemos dos sombras
para mejor estorbar el arte de los románticos.

Tendría acaso la noche más encanto que el día.
Vergüenza para aquellos que ante el puro cielo no
suspiran.
Vergüenza para aquellos que, un niño de golpe no
desarma.
Vergüenza para aquellos que no tienen lágrimas
para un canto callejero una flor en los prados.

Tú me dices si tú quieres que te ame y te ame.
Es preciso que ese retrato que vas a pintarme
tenga como un verde nido sobre fondo de crisantemo.
Un tema escondido en su tema.
Y une al amor el sol que ha de venir.

Traducción de María Dolores Sartorio

 

 

 

 

Los ojos de Elsa

Inclinando a tus ojos los míos sitibundos
en su fondo vi todos los soles reflejados,
y el salto hacia la muerte de los desesperados,
como el de mis recuerdos a tus ojos profundos.

Es un mar en tinieblas bajo el palio de un vuelo;
de pronto el día plácido de tus pupilas sube;
en los linos del ángel recorta el sol la nube
y sobre las espigas se azula más el cielo.

Vuelve al azul la bruma del viento perseguida;
-más diáfanos tus ojos abiertos bajo el llanto;
ni aún tras de la lluvia los cielos fulgen tanto;
el vaso azul no es tan azul como en la herida.

Madona de Dolores, humedecida lumbre,
siete espadas rompieron el prisma de colores;
el día es más punzante nacido entre clamores,
y el nocturno relente, más azul en quejumbre.

De las melancolías en la plácida fiebre
reabres con tus ojos sendas de epifanía.
Latiendo el corazón, el manto de María
al tiempo los Tres Magos vieron en el pesebre.

Al Mayo de las voces basta con un salterio
para todos los ayes y todas las canciones;
guarda un trozo de cielo luceros por millones,
donde faltan tus ojos con su doble misterio.

El infante absorbido por miríficos viajes
desmesuradamente menos asombro espacia
que si agrandas tus ojos -insoluble falacia-
como racha que abriera dos capullos salvajes.

¿Escondes tus relámpagos en medio del espliego
donde el insecto vive su voluptuoso instante?
Preso estoy en el lazo de la estrella filante,
como ahogado marino bajo estival sosiego.

Yo extraje ese metal sutil de su pechblenda;
yo calciné mis dedos en su fuego prohibido;
paraíso mil veces recobrado y perdido,
tus ojos mi Golconda, mi dorada leyenda.

Y sucedió que el mundo bajo la tarde excelsa
rompiose en arrecifes de pérfidos fanales,
en tanto yo veía desde los litorales
sobre lívidas ondas brillar los ojos de Elsa.

Traducción de Carlos López Narváez

 


 

Del poeta a su Estrella

Dirá alguien que un hombre
no debe exponer su amor
en la plaza pública.

Yo responderé que un hombre
no tiene nada mejor,
más puro y más digno
de ser perpetuado, que su amor…

Traducción de María Dolores Sartorio

La rosa y la reseda

El que en el Cielo creía,
el que no creía en él,
los dos con idolatría
amaban a la rehén.
Uno a mirarla subía,
otro tendíase al pie:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Nada importa cuál sería
la luz que alumbrando fue;
uno del templo salía,
otro esquivó su dintel:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Cuerpo y alma en alegría,
cada cual amante fiel,
que Ella vive se decía,
y quien viva lo ha de ver:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Loco pedir cortesía
viendo arrasada la mies,
rumiando melancolía
de la metralla al vaivén:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Desde lo alto el vigía
tiró una y otra vez;
uno tras otro caía;
¿cuál de ellos muerto fue:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él?

¿En la prisión cuál sería
el de más duro yacer;
cuál de los dos prefería
de las ratas el tropel:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él?

Sollozar de rebeldía,
¿a quién puede conmover?
Dejan la terrena vía
al rayar el alba cruel
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Al caer, nombrar se oía
a la que adorada fue;
con brillo igual relucía
la roja sangre al caer
del que en el Cielo creía,
del que no creía en él.

Cárdeno arroyo teñía
la tierra de su nacer
para que madure un día
vendimias de moscatel
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Corren, vuelan a porfía
el bretón y el lorenés;
vuelve el grillo a su tonía
en el huerto y el vergel.
Flauta o viola en melodía,
en doble amor van a arder
las aves entre la umbría,
rosa y reseda también.

Traducción de Carlos López Narváez

 


 

Licantropía contemporánea

El grado más alto de la tristeza tanto puede ser
un general ciego mendigando a través de las islas
como hacia las 3 de la mañana la avenida de la Ópera
No hay límites para la melancolía humana
Se cuenta siempre con una piedra para colocar sobre la pirámide de las lágrimas
Estáis seguros de padecer tanto como una mujer estrangulada
en el momento en que ella sabe que todo ha terminado y desea acabar
Estáis seguros de que no valdría más
ser estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las horas que se acercan
Desde hace tiempo vivo mi último minuto
La arena que mastico es la de una agonía invisible y perpetua
Las llamas que hago recortar de tiempo en tiempo por el peluquero
son las únicas en delatar el negro infierno interior que me habita
Como cuerpos privados de sepultura
los hombres se pasean por el jardín de mi mirada
Soñadores inexplicables
o soy el único a quien golpea una mano desecada
en este desierto poblado entre estas flores áridas

Amo y soy amado Nada nos separa
Por qué entonces estar triste en el corazón espléndido del amor
El mundo sacude su estúpida cabeza Sabelotodo
Amo aunque la vida sea mortalmente intolerable
Amo aunque luego me vea obligado a aullar
Detrás de mí arrastro el manto fantasmal de las intenciones ocultas
Una cadena de perfeccionamientos del dolor moral
suena a mis pies espantosamente desdichados
Amo y nos amamos pero en medio de un naufragio
pero en la punta de un puñal y no puedo
no puedo soportar el mal que esto ha de hacerte
Tus ojos tus ojos amor mío desorbitados por todo lo que sea placer
Que me arranquen el corazón con tenazas
que terminen con mi cabeza que se despega
Bebo una leche como tinta y la hora del mediodía
se parece al carbón de los pantanos
donde se marchita el Sphagnum al que tomo por mi imagen en los espejos
Yo amo Yo te amo pero
en la cala de un barco en el instante de dar el salto Impaciencia
Innoble impaciencia de saber si eso podrá soportarse

Es probable que todos me juzguen un criminal
guiándose sólo por las debilidades y el aspecto
Ese hombre que según los diarios de la mañana decapitó a su amante
mientras dormía a su lado sollozó en el juzgado
La había asesinado en el cuarto después
en el sótano primero con un cuchillo luego con una sierra
separó la cabeza adorable para poner
el cuerpo en una bolsa lamentablemente algo pequeña
Sollozó en el juzgado
No somos acaso parecidos a las palmas
que crecen unidas florecen y fructifican
para dar una imagen del amor perfecto
El otoño llega con las manos llenas de ilusiones resplandecientes
Qué crimen es ese que me hace sollozar
Mirad mi amor está vivo Muéstrate querida mía
Nada podréis probar La coartada verde como una floresta
Se extiende por el horizonte donde graznan inútilmente los cuervos
Sin embargo en cada árbol hay un ahorcado que se balancea
en cada hoja una mancha de sangre

Qué puede haber peor que el cielo al amanecer o el betún de la tarde
Qué es eso que me impide morder a los paseantes en los bulevares
La amargura que siento crecer en mí puede ser el primer torrente de un diluvio
a cuyo lado el otro parece un vulgar desborde de cloacas
Recuerdo que en mil quinientos cuarenta y uno
cerca de Pavía
cuando me apresaron en la campiña por donde deambulaba
víctima de los primeros efectos del mal
los campesinos no quisieron creerme cuando les dije la verdad
Rehusaron tomarme por lobo furioso
a causa de mi piel humana y Santos Tomases
eternos de la ciencia experimental
cuando les confesé que mi piel lupina estaba oculta
entre pellejo y carne
con sus puñales me hicieron tajos en los miembros y el cuerpo
para verificar mis melancólicas afirmaciones
no me tocaron la cara
espantados por la atroz poesía de mis rasgos

Qué es eso que me impulsa a aullar en las tumbas
qué es eso que me obliga a escarbar irresistiblemente en el polvo
donde duermen los enamorados en descomposición
Qué vas tú a exhumar como si la luz viviente
no tuviera bastante con las heridas de los vivos
Dadme el lenguaje tenebroso de los ajusticiados en la silla eléctrica
el vocabulario último de los guillotinados
La existencia es un ojo reventado Que se me entienda
bien un ojo que hacen reventar a cada instante
el harakiri sin fin Me enfurezco
al ver la calma idiota con que reciben mis gritos
Por eso quiero sacar de las fosas hipócritas
a los fallecidos de muerte violenta con sus pupilas horrorizadas
quiero desterrar a las víctimas de las catástrofes
cuyos esqueletos conservan las posturas del terror
que se adaptan maravillosamente a estos días que corren

Decía precisamente mi vecina que hay
gentes que se tiran al agua
Si soy una bestia babosa a quien el asco del mundo
hace babear sería muy fácil acabar con todo
amor mío amor mío oyes esta blasfemia
No es la palidez del amor no es la palidez de la muerte
sino la de los lobos ésta que hay en mi rostro
No puedo morir a causa de esta flor inmensa
cuyo cáliz no puedo soportar que se cierre
Se ha logrado un notable progreso en materia de torturas
sobre el cobayo que soy
sobre el cobayo salvaje que soy las dos manos
atrapadas en dos puertas
el amor la muerte
y unos hércules abstractos se apoyan sobre las dos puertas
con la tranquila seguridad de un número de music-hall
ejecutado sin ningún esfuerzo aparente
Cómo nunca notaste que mis besos se parecían a las palabras sacrílegas
que son todo lo que queda por decir a los esclavos descuartizados
Cómo nunca notaste que te amo en el instante mismo en me matan
que es siempre la última vez que gozo abominablemente en tus brazos
Tus brazos tan bellos que ahí está justamente
ahí está lo más terrible

Todo tendrá que acabar de modo salvaje
Yo te perteneceré haré arrojar a tu amante a las fieras
O lo haré examinar con engaños por un médico alienista
o bien lo mataré fríamente
amor mío
durante su sueño mientras yace pálido y desnudo
mientras los lobos surgen en torno de los cementerios donde duermen
los bellos días que pasamos juntos amor mío.

De Persécuté Persécuteur

Traducción de Aldo Pellegrini

 


miércoles, noviembre 06, 2019

POESÍA CHINA : Canción Para Navegar de Li Po (701-762?)

POESÍA CHINA : Canción Para Navegar de  Li Po (701-762?)

 

Canción Para Navegar de  Li Po (701-762?)

 Un barco de sándalo y remos de magnolia,
en ambas puntas se sientan "flautas de jade y pífanos de oro".
Bellas cantantes, incontables cascos de vino dulce,
oh, déjenme seguir las olas, dondequiera que me lleven.
Soy como el inmortal que se fue montado en la grulla amarilla,
sin meta vagabundeo siguiendo a las gaviotas blancas.

Las canciones de Chu-ping aún brillan como el Sol y la Luna.
De los palacios y torres de los reyes de Ch'u no quedan rastros en las montañas.
Con un solo golpe de mi pincel sacudo las cinco montañas,
el poema terminado, río, mi deleite es más vasto que el océano.
Si la fama y las riquezas pudieran durar para siempre,
el río Han fluiría hacia el Noroeste volviendo a su fuente.


 


martes, octubre 29, 2019

Soledad de César Vallejo

Soledad de César Vallejo



Soledad de César Vallejo

Las personas mayores ya se han ido
y jamás volverán, viven en nunca,
han viajado a los fondos de la muerte
y nos hemos quedado con el ciego
Santiago tanteando en lo más duro
del nocturno metal de negro fuego.
Nadie nos habla, estamos en el fuego,
son nuestros el silencio que se ha ido
convirtiendo en el hábito más duro,
idiomas de la niebla con su nunca,
los ojos de los sueños y del ciego
observar de la vida halando muerte.
Sabemos que la vida trae muerte,
escondido meollo de oro y fuego
que llega al más vidente y frágil ciego,
a todos los más grandes que se han ido
por la ruta de Orfeo, hasta el que nunca
soñó con la blandura de lo duro.
Comentan que la vida es algo duro,
¿saben de la blandura de la muerte?
¿con quién mamá estará en el jamás nunca?
¿a quién aplacará con nieve o fuego?
Sabemos que no está, que bien se ha ido,
que hemos sido guardados por el ciego.
Nadie nos acompaña, sino ciego,
nadie comenta nada y lo más duro
es saber que la vida ya se ha ido
a su fin natural: la misma muerte.
Las sonrisas marcadas con el fuego
de lo inerte ya viven en el nunca.
Nacemos y morimos solos, nunca
traemos diferente el sino ciego,
así es toda la vida con su fuego;
mayores delanteros en lo duro
de acercarse muy rápido a la muerte;
apenas han nacido, ya se han ido.
Lo ido, lo perdido en lo que nunca
volverá de la muerte, salvo en el ciego
sueño, se torna llama, duro fuego.

FÁBULAS ANTIGUAS DE CHINA : INTEGRIDAD. Relatos de Xue Tao



FÁBULAS ANTIGUAS DE CHINA :  INTEGRIDAD
Relatos de Xue Tao

Cierto mandarín lleno de codicia deseaba hacerse una fama de funcionario incorruptible. Cuando lo nombraron en su primer cargo, hizo juramento ante los dioses de no dejarse engatusar.

         - Si mi mano izquierda llegara a aceptar dinero, que caiga convertida en polvo. Y si mi mano derecha lo hace, ¡que también caiga convertida en polvo! – exclamó.

         Un buen día, algún tiempo más tarde, alguien le hizo llegar cien onzas de oro con el fin de asegurarse su apoyo en un asunto. Por miedo a la maldición que pesaba sobre él, a causa de su juramento, dudó en aceptar ese dinero que, sin embargo, codiciaba vivamente. Sus subalternos le dijeron:

         - Que Su Señoría puede hacer colocar los lingotes de oro dentro de su manga, así, si la maldición obra, sólo la manga caerá hecha polvo.

         El magistrado encontró que el consejo era bueno y aceptó el oro.


jueves, octubre 24, 2019

POEMAS DE NICOLÁS GUILLÉN

 
 
Nicolás Guillén, poeta cubano nacido en  1902.



Agua del recuerdo
¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.

Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:
moño de seda en la nuca,
bata de cristal,
niña de espalda reciente,
tacón de reciente andar. 

Nicolás Guillén 
 

 

Caña
(febril le dije en mí mismo),
caña
temblando sobre el abismo,
¿quién te empujará?
¿Qué cortador con su mocha
te cortará?
¿Qué ingenio con su trapiche
te molerá?

El tiempo corrió después,
corrió el tiempo sin cesar,
yo para allá, para aquí,
yo para aquí, para allá,
para allá, para aquí,
para aquí, para allá...

Nada sé, nada se sabe,
ni nada sabré jamás,
nada han dicho los periódicos,
nada pude averiguar,
de aquella mulata de oro
que una vez miré al pasar,
moño de seda en la nuca,
bata de cristal,
niña de espalda reciente,
tacón de reciente andar.
Nicolás Guillén
 
Alma música

Yo soy borracho. Me seduce el vino
luminoso y azul de la Quimera
que pone una explosión de Primavera
sobre mi corazón y mi destino.
Tengo el alma hecha ritmo y armonía;
todo en mi ser es música y es canto,
desde el réquiem tristísimo de llanto
hasta el trino triunfal de la alegría.

Y no porque la vida mi alma muerda 
ha de rimar su ritmo mi alma loca:
aun mas que por la mano que la toca
la cuerda vibra y canta porque es cuerda.
Así, cuando la negra y dura zarpa
de la muerte destroce el pecho mío,
mi espíritu ha de ser en el vacío
cual la postrera vibración de un arpa.
Y ya de nuevo en el astral camino
concretara sus ansias de armonía
en la cascada de una sinfonía,
o en la alegría musical de un trino.
Nicolás Guillén
Angustia segunda

Tus venas, la raíz de nuestros árboles
La raíz de mi árbol, retorcida;
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
bebiendo sangre, húmeda de sangre,
la raíz de mi árbol, de tu árbol.
Yo la siento,
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
la siento
clavada en lo más hondo de mi tierra,
clavada allí, clavada,
arrastrándome y alzándome y hablándome,
gritándome.
La raíz de tu árbol, de mi árbol.
En mi tierra, clavada,
con clavos ya de hierro,
de pólvora, de piedra,
y floreciendo en lenguas ardorosas,
y alimentando ramas donde colgar los pájaros cansados,
y elevando sus venas, nuestras venas,
tus venas, la raíz de nuestros árboles. 

 Nicolás Guillén

Angustia cuarta

Federico
Toco a la puerta de un romance.
-¿No anda por aquí Federico?
Un papagayo me contesta:
-Ha salido.

Toco a una puerta de cristal.
-¿No anda por aquí Federico?
Viene una mano y me señala:
-Está en el río.

Toco a la puerta de un gitano.
-¿No anda por aquí Federico?
Nadie responde, no habla nadie...
-¡Federico! ¡Federico!

La casa oscura, vacía;
negro musgo en las paredes;
brocal de pozo sin cubo,
jardín de lagartos verdes.

Sobre la tierra mullida
caracoles que se mueven,
y el rojo viento de julio
entre las ruinas, meciéndose.

¡Federico!
¿Dónde el gitano se muere?
¿Dónde sus ojos se enfrían?
¡Dónde estará, que no viene!
Nicolás Guillén


(Una canción)

«Salió el domingo, de noche,
salió el domingo, y no vuelve.
Llevaba en la mano un lirio,
llevaba en los ojos fiebre;
el lirio se tornó sangre,
la sangre tornóse muerte».
Nicolás Guillén

(Momento en García Lorca)

Soñaba Federico en nardo y cera,
y aceituna y clavel y luna fría.
Federico, Granada y Primavera.

En afilada soledad dormía,
al pie de sus ambiguos limoneros,
echado musical junto a la vía.

Alta la noche, ardiente de luceros,
arrastraba su cola transparente
por todos los caminos carreteros.

«¡Federico!», gritaron de repente,
con las manos inmóviles, atadas,
gitanos que pasaban lentamente.

¡Qué voz la de sus venas desangradas!
¡Qué ardor el de sus cuerpos ateridos!
¡Qué suaves sus pisadas, sus pisadas!

Iban verdes, recién anochecidos;
en el duro camino invertebrado
caminaban descalzos los sentidos.

Alzóse Federico, en luz bañado.
Federico, Granada y Primavera.
y con luna y clavel y nardo y cera,
los siguió por el monte perfumado.
Nicolás Guillén
Caminando

Caminando, caminando,
¡caminando!
Voy sin rumbo caminando,
caminando;
voy sin plata caminando,
caminando;
voy muy triste caminando,
caminando.
Está lejos quien me busca,
caminando;
quien me espera está más lejos,
caminando;
y ya empeñé mi guitarra,
caminando.
Ay,
las piernas se ponen duras,
caminando;
los ojos ven desde lejos,
caminando;
la mano agarra y no suelta,
caminando.
Al que yo coja y lo apriete,
caminando,
ése la paga por todos,
caminando;
a ése le parto el pescuezo,
caminando,
y aunque me pida perdón,
me lo como y me lo bebo,
me lo bebo y me lo como,
caminando,
caminando,
caminando...
Nicolás Guillén
Canción

¡De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera !
(Yo, muriendo.)

Y de que modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril

¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
(No soy tanto.)

En cambio, ¡Qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!

De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera
(Yo, muriendo.)
Nicolás Guillén
Cómo no ser romántico y siglo XIX...
Cómo no ser romántico y siglo XIX,
no me da pena,
cómo no ser Musset
viéndola esta tarde
tendida casi exangüe,
hablando desde lejos,
lejos de allá del fondo de ella misma,
de cosas leves, suaves, tristes.
Los shorts bien shorts
permiten ver sus detenidos muslos
casi poderosos,
pero su enferma blusa pulmonar
convaleciente
tanto como su cuello-fino-Modigliani,
tanto como su piel-margarita-trigo-claro,
Margarita de nuevo ( así preciso ),
en la chaise-longue ocasional tendida
ocasional junto al teléfono,
me devuelven un busto transparente
( Nada, no más un poco de cansancio ).
Es sábado en la calle, pero en vano.
Ay, cómo amarla de manera
que no se me quebrara
de tan espuma tan soneto y madrigal,
me voy no quiero verla,
de tan Musset y siglo XIX
cómo no ser romántico.
Nicolás Guillén
De que callada manera...
¡De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera !
¡Yo, muriendo!

Y de que modo sutil
me derramo en la camisa
todas las flores de abril

¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
¡No soy tanto!

En cambio, ¡Qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!

De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera
¡Yo, muriendo!
Nicolás Guillén
Ejercicio de piano con amapola de siete a nueve de la mañana
Año de 1910

Sobre la quemadura de la amapola
aplícate jazmines ,que eso la cura;
si acaso fuese grave la quemadura
usarás la camelia, pero una sola.

Cuando el cielo en verano se tornasola
y ni una nube vaga de cruel blancura,
y el hastío te invade como una impura
serpiente que te aprieta y asfixia y viola,

búscate una muchacha que toque viola,
siempre que de ella sea la partitura,
y quémala tú mismo con amapola;

una muchacha fresca, sonriente y pura
y dale una camelia, pero una sola,
si acaso fuese grave la quemadura...
Nicolás Guillén
El abuelo
Esta mujer angélica de ojos septentrionales,
que vive atenta al ritmo de su sangre europea,
ignora que en lo hondo de ese ritmo golpea
un negro el parche duro de roncos atabales.

Bajo la línea escueta de su nariz aguda,
la boca, en fino trazo, traza una raya breve,
y no hay cuervo que manche la solitaria nieve
de su carne, que fulge temblorosa y desnuda.

¡Ah, mi señora! Mírate las venas misteriosas;
boga en el agua viva que allá dentro te fluye,
y ve pasando lirios, nelumbios, lotos, rosas;

que ya verás, inquieta, junto a la fresca orilla
la dulce sombra oscura del abuelo que huye,
el que rizó por siempre tu cabeza amarilla.
Nicolás Guillén
 Guitarra     A Francisco Guillén

Tendida en la madrugada,
la firme guitarra espera:
voz de profunda madera
desesperada.

Su clamorosa cintura,
en la que el pueblo suspira,
preñada de son, estira
la carne dura.

Arde la guitarra sola,
mientras la luna se acaba;
arde libre de su esclava
bata de cola.

Dejó al borracho en su coche,
dejó el cabaret sombrío,
donde se muere de frío,
noche tras noche,

y alzó la cabeza fina,
universal y cubana,
sin opio, ni mariguana,
ni cocaína.

¡Venga la guitarra vieja,
nueva otra vez al castigo
con que la espera el amigo,
que no la deja!

Alta siempre, no caída,
traiga su risa y su llanto,
clave las uñas de amianto
sobre la vida.

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.

El son del querer maduro,
tu son entero;
el del abierto futuro,
tu son entero;
el del pie por sobre el muro,
tu son entero...

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.
Nicolás Guillén
La tarde pidiendo amor...
La tarde pidiendo amor.
Aire frío, cielo gris.
Muerto sol.
La tarde pidiendo amor.

Pienso en sus ojos cerrados,
la tarde pidiendo amor,
y en sus rodillas sin sangre,
la tarde pidiendo amor,
y en sus manos de uñas verdes,
y en su frente sin color,
y en su garganta sellada...
La tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor.

Nicolás Guillén

 

No.
No, que me sigue los pasos,
no;
que me habló, que me saluda,
no;
que miro pasar su entierro,
no;
que me sonríe, tendida,
tendida, suave y tendida,
sobre la tierra, tendida,
muerta de una vez, tendida...
No.
Nicolás Guillén
Llegada

¡Aquí estamos!
La palabra nos viene húmeda de los bosques,
y un sol enérgico nos amanece entre las venas.
El puño es fuerte
y tiene el remo.

En el ojo profundo duermen palmeras exorbitantes.
El grito se nos sale como una gota de oro virgen.
Nuestro pie,
duro y ancho,
aplasta el polvo en los caminos abandonados
y estrechos para nuestras filas.
Sabemos dónde nacen las aguas,
y las amamos porque empujaron nuestras canoas bajo
         los cielos rojos.
Nuestro canto
es como un músculo bajo la piel del alma,
nuestro sencillo canto.

Traemos el humo en la mañana,
y el fuego sobre la noche,
y el cuchillo, como un duro pedazo de luna,
apto para las pieles bárbaras;
traemos los caimanes en el fango,
y el arco que dispara nuestras ansias,
y el cinturón del trópico,
y el espíritu limpio.
Traemos
nuestro rasgo al perfil definitivo de América.

¡Eh, compañeros, aquí estamos!
La ciudad nos espera con sus palacios, tenues
como panales de abejas silvestres;
sus calles están secas como los ríos cuando no llueve en la montaña,
y sus casas nos miran con los ojos pávidos
          de las ventanas.
Los hombres antiguos nos darán leche y miel
y nos coronarán de hojas verdes.

¡Eh, compañeros, aquí estamos!
Bajo el sol
nuestra piel sudorosa reflejará los rostros húmedos
              de los vencidos,
y en la noche, mientras los astros ardan en la punta
              de nuestras llamas,
nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros.
Nicolás Guillén
Los fieles amantes
Noche mucho más noche; el amor ya es un hecho.
Feliz nivel de paz extiende el sueño
como una perfección todavía amorosa.
Bulto adorable, lejos ya,
se adormece,
y a su candor en la isla se abandona,
animal por ahí, latente.
¡Qué diario infinito sobre el lecho
de una pasión: costumbre rodeada de arcano!
¡Oh noche, más oscura en nuestros brazos!
Nicolás Guillén
Madrigal
Tu vientre sabe más que tu cabeza
y tanto como tus muslos.
Esa
es la fuerte gracia negra
de tu cuerpo desnudo.
Signo de selva el tuyo,
con tus collares rojos,
tus brazaletes de oro curvo,
y ese caimán oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.
Nicolás Guillén
Madrigal II

Sencilla y vertical
como una caña en el cañaveral.
Oh retadora del furor
genital:
tu andar fabrica para el espasmo gritador
espuma esquina entre tus muslos de metal. 
Nicolás Guillén
Mariposa
Quisiera
hacer un verso que tuviera
ritmo de Primavera;
que fuera
como una fina mariposa rara,
como una mariposa que volara
sobre tu vida, y cándida y ligera
revolara
sobre tu cuerpo cálido de cálida palmera
y al fin su vuelo absurdo reposara
--tal como en una roca azul de la pradera--
sobre la linda rosa de tu cara...
Quisiera
hacer un verso que tuviera
toda la fragancia de la Primavera
y que cual una mariposa rara
revolara
sobre tu vida, sobre tu cuerpo, sobre tu cara.
Nicolás Guillén
Mujer nueva
Con el círculo ecuatorial
ceñido a la cintura como a un pequeño mundo
la negra, mujer nueva,
avanza en su ligera bata de serpiente.
Coronada de palmas,
como una diosa recién llegada,
ella trae la palabra inédita,
el anca fuerte,
la voz, el diente, la mañana y el salto.
Chorro de sangre joven
bajo un pedazo de piel fresca,
y el pie incansable
para la pista profunda del tambor.
Nicolás Guillén
Palabras en el trópico

Trópico,
tu dura hoguera
tuesta las nubes altas
y el cielo profundo ceñido por el arco del Mediodía.
Tú secas en la piel de los árboles
la angustia del lagarto.
Tú engrasas las ruedas de los vientos
para asustar a las palmeras.
Tú atraviesas
con una gran flecha roja
el corazón de las selvas
y la carne de los ríos.
Te veo venir por los caminos ardorosos,
Trópico,
con tu cesta de mangos,
tus cañas limosneras
y tus caimitos, morados como el sexo de las negras.
Te veo las manos rudas
partir bárbaramente las semillas
y halar de ellas el árbol opulento,
árbol recién nacido, pero apto
para echar a correr por entre los bosques clamorosos.
Aquí,
en medio del mar,
retozando en las aguas con mis Antillas desnudas,
yo te saludo, Trópico.
Saludo deportivo,
primaveral,
que se me escapa del pulmón salado
a través de estas islas escandalosas hijas tuyas.
(Dice Jamaica
que ella está contenta de ser negra,
y Cuba ya sabe que es mulata.)
¡Ah,
qué ansia
la de aspirar el humo de tu incendio
y sentir en dos pozos amargos las axilas!
Las axilas, oh Trópico,
con sus vellos torcidos y retorcidos en tus llamas.
Puños los que me das
para rajar los cocos tal un pequeño dios colérico;
ojos los que me das
para alumbrar la sombra de mis tigres;
oído el que me das
para escuchar sobre la tierra las pezuñas lejanas.
Te debo el cuerpo oscuro,
las piernas ágiles y la cabeza crespa,
mi amor hacia las hembras elementales,
y esta sangre imborrable.
Te debo los días altos,
en cuya tela azul están pegados
soles redondos y risueños;
te debo los labios húmedos,
la cola del jaguar y la saliva de las culebras;
te debo el charco donde beben las fieras sedientas;
te debo, Trópico,
este entusiasmo niño
de correr en la pista
de tu profundo cinturón lleno de rosas amarillas,
riendo sobre las montañas y las nubes,
mientras un cielo marítimo
se destroza en interminables olas de estrellas a mis pies.
Nicolás Guillén
 
Piedra de horno
La tarde abandonada gime deshecha en lluvia.
Del cielo caen recuerdos y entran por la ventana.
Duros suspiros rotos, quimeras lastimadas.
Lentamente va viniendo tu cuerpo.
Llegan tus manos en su órbita
de aguardiente de caña;
tus pies de lento azúcar quemados por la danza,
y tus muslos, tenazas del espasmo,
y tu boca, sustancia
comestible y tu cintura
de abierto caramelo.
Llegan tus brazos de oro, tus dientes sanguinarios;
de pronto entran tus ojos traicionados;
tu piel tendida, preparada
para la siesta:
tu olor a selva repentina; tu garganta
gritando -no sé, me lo imagino-, gimiendo
-no sé, me lo figuro-, quemándose- no sé, supongo, creo;
tu garganta profunda
retorciendo palabras prohibidas.
Un río de promesas
desciende de tu pelo,
se demora en tus senos,
cuaja al fin en un charco de melaza en tu vientre,
viola tu carne firme de nocturno secreto.
Carbón ardiente y piedra de horno
en esta tarde fría de lluvia y de silencio.

Nicolás Guillén

 

 

 

¿Puedes?

¿Puedes venderme el aire que pasa entre tus dedos
y te golpea la cara y te despeina?
¿Tal vez podrías venderme cinco pesos de viento,
o más, quizás venderme una tormenta?
¿Acaso el aire fino
me venderías, el aire
(no todo) que recorre
en tu jardín corolas y corolas,
en tu jardín para los pájaros,
diez pesos de aire fino?

  El aire gira y pasa
  en una mariposa.
  Nadie lo tiene, nadie.

¿Puedes venderme cielo,
el cielo azul a veces,
o gris también a veces,
una parcela de tu cielo,
el que compraste, piensas tú, con los árboles
de tu huerto, como quien compra el techo con la casa?
¿Puedes venderme un dólar
de cielo, dos kilómetros
de cielo, un trozo, el que tú puedas,
de tu cielo?

  El cielo está en las nubes.
  Altas las nubes pasan.
  Nadie las tiene, nadie.

¿Puedes venderme lluvia, el agua
que te ha dado tus lágrimas y te moja la lengua?
¿Puedes venderme un dólar de agua
de manantial, una nube preñada,
crespa y suave como una cordera,
o bien agua llovida en la montaña,
o el agua de los charcos
abandonados a los perros,
o una legua de mar, tal vez un lago,
cien dólares de lago?

  El agua cae, rueda.
  El agua rueda, pasa.
  Nadie la tiene, nadie.

¿Puedes venderme tierra, la profunda
noche de las raíces; dientes
de dinosaurios y la cal
dispersa de lejanos esqueletos?
¿Puedes venderme selvas ya sepultadas, aves muertas,
peces de piedra, azufre
de los volcanes, mil millones de años
en espiral subiendo? ¿Puedes
venderme tierra, puedes
venderme tierra, puedes?

  La tierra tuya es mía.
  Todos los pies la pisan.
  Nadie la tiene, nadie.
Nicolás Guillén

 
Rosa tú, melancólica

El alma vuela y vuela
buscándote a lo lejos,
rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo.
Cuando la madrugada
va el campo humedeciendo,
y el día es como un niño
que despierta en el cielo,
Rosa, tú, melancólica
ojos de sombra llenos,
desde mi estrecha sábana
toco tu firme cuerpo.
Cuando ya el alto sol
ardió con su alto fuego,
cuando la tarde cae
del ocaso deshecho,
ya en mi lejana mesa
tu oscuro pan contemplo.
Y en la noche cargada
de ardoroso silencio,
Rosa, tú, melancólica
rosa de mi recuerdo,
dorada, viva, y húmeda,
bajando vas del techo,
tomas mi mano fría
y te me quedas viendo.
Cierro entonces los ojos,
pero siempre te veo
clavada allí, clavando
tu mirada en mi pecho,
larga mirada fija,
como un puñal de sueño.
Nicolás Guillén
Siempre

Bien pueden su hojarasca y polvo y hielo
acumular los años sobre ti.
Mi corazón sacude el turbio velo,
y siempre te hallo, ¡oh dádiva del cielo!
fresca y radiante en mí.

Porque a mí te envió El, y yo he guardado
tu mejor luz en ánfora inmortal,
porque a cosas de Dios morir no es dado
y eres tú claro espíritu encarnado
en diáfano cristal.

No hay flor cuyo matiz no degenere
al pasajero sol que la esmaltó.
Tan sólo propia luz firmeza espere:
la perla de la mar se opaca y muere;
las de los cielos no.

Nuestra querida estrella leve gasa
o negro temporal veló talvez;
mas ¿qué a ella el furor que el golfo arrasa?
Parece cada nubarrón que pasa
doblar su brillantez.

La copa del banquete postrimera
el gusto encantado. En tu vergel
era sonó de juventud postrera;
el ángel me hallará, cuando yo muera,
saboreando tu miel.
La tarde de la vida, árida y fosca,
pide un hogar con su genial calor;
si él falta, huraño el corazón se embosca,
y la memoria en torno a sí se enrosca
cual serpiente en sopor.

Así, vuelta la espalda a lo presente,
que, sin el ser por quien vivir sentí,
es noria vil, bullicio impertinente,
torno a buscar mi sol, mi cara fuente,
mi cielo, urna de ti.

Voy para atrás pisada por pisada,
recogiendo el rumor de nuestros pies,
repensando un silencio, una mirada,
un toque, un gesto. ..tanto que fue nada
y que un diamante hoy es.

Oculta, como en mágica alcancía,
guardé felicidad para los dos,
y cuanto una vez fue lo es todavía,
que el sol del alma no es el sol de un día,
ni es del tiempo, -es de Dios.

Cierta, como la dicha antes de su hora,
es ésta; y tierna cual pasado bien
que en escondida soledad se llora;
sacra como deidad que la fe adora
y ojos de éxtasis ven.

Hora, hora mismo, en alta noche oscura,
mi aurora boreal, surges aquí.
Hay resplandor, hay brisa de hermosura;
alzo a ver -y hallo tu mirada pura
vertiendo tu alma en mí.

Y ya no media esa impaciencia ingrata,
ese exceso de luz que impide ver
y que al gustar el bien, nos lo arrebata.
La sal de la amargura hoy aquilata,
el néctar del placer.

¡Ah! cuando osen a ti dardos y afrentas,
cuando te odies tú misma en tu dolor,
cuando apagada y lóbrega te sientas,
abre mi corazón: allí te ostentas
en todo tu esplendor.

¿Dónde está él?  -Donde tú estés. Bien sabes
que fue, por fiel a ti, conmigo infiel.
Ábrelo, que en tu voz están sus llaves;
pero, al mirarte en su cristal, no laves
lo que escribiste en él.
Nicolás Guillén
Sigue...

Camina, caminante,
sigue;
camina y no te pare,
sigue.

Cuando pase po su casa
no le diga que me bite:
camina, caminante,
sigue.

Sigue y no te pare,
sigue:

no la mire si te llama,
sigue;

Acuérdate que ella e mala,
sigue. 
Nicolás Guillén
Sudor y látigo

Látigo,
sudor y látigo.

El sol despertó temprano
y encontró al negro descalzo,
desnudo el cuerpo llagado,
sobre el campo.

Látigo,
sudor y látigo.

El viento pasó gritando:
- ¡Qué flor negra en cada mano!
La sangre le dijo: ¡vamos!
Él dijo a la sangre: ¡vamos!
Partió en su sangre, descalzo.
El cañaveral, temblando,
le abrió paso.

Después, el cielo callado,
y bajo el cielo, el esclavo
tinto en la sangre del amo.

Látigo,
sudor y látigo,
tinto en la sangre del amo;
látigo,
sudor y látigo;
tinto en la sangre del amo,
tinto en la sangre del amo
Nicolás Guillén

Tu recuerdo

Siento que se despega tu recuerdo
de mi mente, como una vieja estampa;
tu figura no tiene ya cabeza
y un brazo está deshecho, como en esas
calcomanías desoladas
que ponen los muchachos en la escuela
y son después, en el libro olvidado,
una mancha dispersa.
Cuando estrecho tu cuerpo
tengo la blanda sensación de que
estás hecho de estopa.
Me hablas, y tu voz viene de tan lejos
que apenas puedo oírte.
Además, ya no te creo.
Yo mismo, ya curado
de la pasión antigua,
me pregunto cómo fue que pude
amarte,
tan inútil, tan vana,
tan floja que antes del año
de tenerte en mis brazos
ya te estás deshaciendo
como un jirón de humo;
y ya te estás borrando
como un dibujo antiguo,
y ya te me despegas en la mente
como una vieja estampa!
Nicolás Guillén
Un poema de amor
No sé. Lo ignoro.
Desconozco todo el tiempo que anduve
sin encontrarla nuevamente.
¿Tal vez un siglo? Acaso.
Acaso un poco menos: noventa y nueve años.
¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma
un tiempo enorme, enorme, enorme.
Al fin como una rosa súbita,
repentina campánula temblando,
la noticia.
Saber de pronto
que iba a verla otra vez, que la tendría
cerca, tangible, real, como en los sueños.
¡Qué trueno sordo
rodándome en las venas,
estallando allá arriba
bajo mi sangre, en una
nocturna tempestad!
¿Y el hallazgo, en seguida? ¿Y la manera
que nadie comprendiera
que ésa es nuestra propia manera?
Un roce apenas, un contacto eléctrico,
un apretón conspirativo, una mirada,
un palpitar del corazón
gritando, aullando con silenciosa voz.
Después
( Ya lo sabéis desde los quince años )
ese aletear de las palabras presas,
palabras de ojos bajos,
penitenciales,
entre testigos enemigos,
todavía
un amor de "lo amo"
de "usted", de "bien quisiera,
pero es imposible..." De "no podemos,
no, piénselo usted mejor...."
Es un amor así,
es un amor de abismo en primavera,
cortés, cordial, feliz, fatal.
La despedida, luego,
genérica,
en el turbión de los amigos.
Verla partir y amarla como nunca;
seguirla con los ojos,
y ya sin ojos seguir viéndola lejos,
allá lejos, y aún seguirla
más lejos todavía,
hecha de noche,
de mordedura, beso, insomnio,
veneno, éxtasis, convulsión,
suspiro, sangre, muerte...
Hecha
de esa sustancia conocida
con que amasamos una estrella.

 Nicolás Guillén

 

 

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