jueves, julio 31, 2014

EL VIDRIO ES UN LÍQUIDO POR MARCO MARTOS


EL VIDRIO ES UN LÍQUIDO
POR Marco Martos

Tus ojos son de agua.
Gotea el día y se hace noche,
humo tu mirada.
En dos siglos cae el vidrio
y se espesa en lo bajo.
Estás ahí en lo oscuro,
oculta de los catalejos,
en las zonas blandas.
Por el vidrio lenta baja mi lava,
la vida breve que no alcanza
para entrar en tu neblina.
El vidrio es un líquido,
añicos de gotas de agua.
Llega el sol y seca
los vitrales. Sólo quedan colores puros,
una iglesia de palabras.



domingo, julio 27, 2014

PROPERCIO SUEÑA CON CINTIA, DESPIERTO POR MARCO MARTOS





PROPERCIO SUEÑA CON CINTIA, DESPIERTO
por Marco Martos

 
Si te pienso, te imagino en las nieves
con el abrigo rojo de montaña,
yo camino a tu lado en el césped
del piélago morado de las nubes.
En el aire purísimo de alturas,
a lo lejos titilan las estrellas.

¡Qué cercanas parecen las estrellas!
en las larguísimas noches de nieves
suben serpenteando las alturas,
visten de blanco a la novia montaña
que tiene velo gomoso de nubes
y entre las manos árboles y césped.

¿Cómo lo blanco se hace verde césped?
¿Cómo viaja la mente a las estrellas?
Ya corren en el cielo muchas nubes,
en los ojos, las sombras de las nieves,
sin parar caminamos la montaña
y nuestro corazones son estrellas.

Enciendes la belleza en las alturas,
conduces a las nubes verde césped,
tu abrigo rojo enciende la montaña
y la candela llega a las estrellas,
se quedan en lo bajo blancas nieves,
humo se hace más humo en las nubes.

Los colores del humo, en muchas nubes,
se vuelven agua rápida en alturas
blancas, eternas, suaves, duras nieves.
Desde arriba hormiguea en verde césped,
luz lechosa que nace en las estrellas,
serenidad, sonrisa, la montaña,

incólume en el tiempo, la montaña
que con su pico atraviesa las nubes,
llega casi volando a las estrellas.
Perdemos la visión en las alturas,
solo sentimos tenue verde: césped
que cubre de alegría blancas nieves.

Rojo abrigo en nieves de montaña,
verde césped en tus ojos de nubes,
alturas del amor en las estrellas.



CALIGRAFÌA CHINA POR EL DR. MARCO MARTOS

"CALIGRAFÍA CHINA"
Poemario  escrito por el Dr. Marco Martos  se presentará en la  Feria del Libro de Lima, en la sala Blanca Varela, el día 28 de julio a las 5.p.m. 
Dirigirán la palabra Julio Fabián y Saúl Peña.
 



INSOMNIOS, ESCRIBE BAY YUYI
Por Marco Martos


Hace mucho tiempo vivo con mi esposa
en una casa de campo, en habitaciones separadas.
Tenemos, sin embargo, al fondo,
el murmullo del río que nos ilumina los ánimos.
Por la noche la siento deambular por los pasillos,
aunque va con paso leve, y se me estremece el corazón
cuando cierra la puerta de su estancia con golpe seco.
Solo cuando la siento dormir, prendo mi lámpara de aceite
y escribo sobre los crisantemos y el árbol de canela
que vi en mi remota infancia. Cada mañana conversamos
sobre el tiempo y los gansos salvajes que vuelan al sur
o de los conflictos que tiene el Emperador
con sus válidos y paniaguados, y no pasa nada
hasta que llega la noche y de nuevo la siento caminar
con figura furtiva por todos los recovecos de la casa.







Marco Martos
Li Po, anonadado


¡Qué delicia!
la acompasada respiración de tus pechos
en la cálida noche del verano,
el fulgor de la luna solitaria en la bóveda celeste,
el rápido subir de las nubes
a las cumbres de la montaña,
y tus ojos negros, dama Lu, rasmillones de luz
en la oscuridad de los árboles,
y tu risa de pájaro anunciando los comienzos
de la eternidad en la tierra,
¡qué delicia!





WANG WEI OBSERVA A SU AMADA
POR Marco Martos

Mientras tejes con los dedos tus greñas de alheña,
observo tus pendientes bailarines que vienen de las costas lejanas
y de mares ignotos allende las montañas,
y miro con infinita ternura tus brazos bajo la blusa de colores transparentes
que ha viajado en la faltriquera de los caminantes
que vuelven de los países bárbaros con el rostro cetrino,
calcinado por el sol, y las dunas y las planicies del desierto.
Pero tu gracia, que nació aquí, en estas tierras que riega el río Amarillo,
se asemeja a la delicadeza de la garza cuando abre los ojos
en el día que comienza. Y tus ojos se parecen a la noche,
delicuescentes, son gotas de lluvia en las hojas del durazno
cuando te sueño en la oscuridad y cada mañana.





DOS ESTATUAS 
POR Marco Martos

En la pequeña plaza del pueblo
las dos estatuas conviven pacíficamente.
El Gran Timonel y el Pequeño Timonel
han sido acogidos piadosamente
por el manto generoso de la historia.
Durante el día los visitan los pájaros
y al atardecer diligentes obreros
limpian, hacen brillar el bronce
y dejan los pisos relucientes.
Los viandantes pasan apresurados
y uno que otro turista se toma fotografías
junto a las figuras solemnes de los combatientes.
Tanto tiempo ha transcurrido
que ahora todos ignoran
quién tenía la pluma negra,
quién tenía la pluma roja.
Por la noche, a la luz de la luna,
la sombra de un gato de indefinible color
cruza la plaza. En la maleza se escuchan maullidos
y se ven unos ojos fosforescentes.




RECETAS DE ORO 
POR Marco Martos

Sun Simiao habitaba parajes escondidos,
poblados de hierbas, en Huayuan.
Se paseaba por el campo y usaba las plantas
en infusiones y ungüentos que aplicaba sobre las heridas.
Supo así que la anémona y la genciana son agentes curativos
de la disentería y que la areca expulsa a la tenia del cuerpo humano.
El bermellón, inofensivo a la fisiología femenina, en sus manos
fue útil para el control de la natalidad, asunto que empezaba a preocupar
a los antiguos habitantes de todas las comarcas del imperio.
Escribió un libro que llamó “Colección de recetas de oro”
que hasta ahora es consultado con provecho por pacientes y galenos,
pero dijo: para el mal de amores no hay cura, ni siquiera con la presencia
y la figura de aquella que lo causa, el que sufre de amor
es un alienado y merece internarse en un asilo para lunáticos.
Vivió solo Sun Simiao. Murió rodeado de pájaros,
de pócimas de olores penetrantes, de hierbas aromáticas.





Li Po, entre las nubes, extraña a la dama Lu, lejana, en los trópicos
por Marco Martos

Desde abajo observo casas blancas
en lo alto de la montaña que se confunden con la nieve,
con las nubes y con el hálito de los fantasmas.
Los arces del camino lucen muy hermosos
con sus hojas rojas, resplandecientes,
peinadas por el viento y por la escarcha.
¡Qué lejos estás dama Lu, en los trópicos,
con tus cabellos negros sumergidos
en los ojos verdes de las aguas cálidas!




Cesta de ciruelas 
por Marco Martos

Por la cuesta, sube la dama Chong
con su cesta de ciruelas.
Tan negra es su cabellera
que se confunde con las tinieblas.
No hay luna.
Solo los ojos de pantera
dan luz en lo oscuro.
Cuando llega la mañana,
en lo más alto de la colina,
Tu Fu la saluda con una venia.
La dama Chong esboza una sonrisa
y entrega las ciruelas deseadas.
Tu Fu la invita a tomar asiento
con gestos amistosos
y le ofrece un vaso de agua
mientras a la dama Chong
se le ilumina el rostro.




Ilusión de los mandarines 
por Marco Martos

Encerrados en una terraza del castillo,
divagan los mandarines durante horas de horas.
Cuando dormitan, los ujieres del palacio
traen listas las actas sobre el futuro
que los habladores firman con los ojos cerrados.
De este modo, los parlanchines forman parte del gobierno
y parece que deciden lo que ocurrirá
en el país con los ciudadanos.
Luego corren ríos de vino y aguardientes,
viandas exquisitas, pescados, legumbres, postres deliciosos.
Entretanto el emperador lee libros de nigromancia
en sus jardines del otoño y vuelan mariposas
y gorjean los pájaros






Amor constante 
por Marco Martos
 
Quiero verte seguido, dice Tu Fu
a la dama Chong, durante la tarde de primavera,
en las almenas del palacio.
-¿Seguido? ¿Para contemplarme como a una estatua?
-No. Para ser como el agua corriente entre tus manos.
-Te cansarás de mí cuando pasen los inviernos.
-No. Tú serás siempre el amor cristalizado.
-Moriremos algún día.
-Sí moriremos, pero viviremos en el espacio
como espíritus conversando.
Cuando se hace la noche en la ciudad prohibida,
bajo la luz de luna se ven a lo lejos dos sombras
que se hacen una en un febril abrazo,
torbellino de luz que llega a las estrellas distantes.







LICOR DE MANZANA
POR MARCO MARTOS

Tu Fu y la dama Chong saben encontrarse
con señales de humo.
Pululan los campesinos alrededor del mercado
y el hombre y la mujer beben lentamente
un licor de manzana en la taberna del pueblo.
Sonríen y conversan y se miran en los ojos,
suspendidos en el aire.
Llega la noche y suben a un carruaje
que lentamente se interna en el campo.
En la oscuridad, como adolescentes,
van con los dedos enlazados.
¡Da alegría que la dama Chong viva tan lejos!
Silencioso el amor flota sobre las ruedas.
Más tarde, solo, Tu Fu se dice:
¡Tanta belleza! ¿Existe en este mundo?






En la ciudad prohibida 
MARCO MARTOS

Cruza Tu Fu el bosquecillo de los sauces
de mesas de madera en el centro del soto.
Aprendices de mandarín lucen frentes despejadas
y una trenza negra junto a sus papeles y bolsos de colores.
Sube el poeta por la rampa del edificio más antiguo
de la ciudad prohibida. Encuentra a los escribas
de mirada perdida y arrugas en el rostro y se hacen mutuas reverencias.
Lleva sus pasos al fondo del pasillo, alumbrado por la luz oblicua
del sol en la mañana de primavera.
Abre la puerta de vidrio y halla a la dama Chong,
reclinada con sus pinceles, escribiendo documentos
con esmerada caligrafía.
Ella reconoce al visitante y advierte que la llama del amor
se enciende en esos ojos rasgados y, sin palabras,
le sonríe, afectuosa.




MARCO MARTOS ESCRIBIÓ :
El frufrú del almidón de tus enaguas 
(Soledad de Wang Wei)

Los que decían que tus dientes eran cascadas de leche,
no se equivocaban.
Extraño los marfiles de tu risa,
esa blancura de las nieves del Himalaya.
¿Sonaban tus ropas?
Sí sonaban.
Era el frufrú del almidón de tus enaguas
cuando las sombras de la noche empezaban
en las copas de los árboles.
Era el tiempo de abrazos y de lluvia,
las horas del amor profundo en las zarzas.
Juntos ayer. Parecía siempre.
Ahora ¿qué somos?
Entes etéreos, un viento helado
que apaga fuegos en las ciudades.




Lúgubres noticias
autor Marco Martos


Lúgubres noticias llegan a las puertas del palacio
y preocupan al emperador Ho Chau.

Veinticuatro soldados suyos han desaparecido
mientras defendían al reino celeste
en los alrededores de la Gran Muralla. No hay huellas.
No se hallan ni las armas ni los cadáveres.
Al amanecer, veinticuatro gansos salvajes
flotan lívidos en el estanque imperial.



Li Po, casi un tigre



Esos monos que chillan en el centro del bosque,

ingrávidos sobre las ramas, en  el ritual de los afectos,

se semejan a ti, leyendo poemas en los salones del palacio,

flotando en medio del aplauso de las damas con su polvos de arroz,

y ese tigre de la noche que salta sobre el lomo del caballo de repente,

se parece a ti, cayendo disparado sobre las ancas relucientes
de tu amada, en el lecho del insomnio de la aurora del amor.


"CALIGRAFÍA CHINA" POR MARCO MARTOS EN LA FERIA DEL LIBRO DE LIMA



"CALIGRAFÍA CHINA"
Poemario  escrito por el Dr. Marco Martos  se presentará en la Feria del Libro de Lima, en la sala Blanca Varela, el día 28 de julio a las 5.p.m. Dirigirán la palabra Julio Fabián y Saúl Peña.







Nieves eternas

Mientras la muchacha tasca sus penas, ensimismada, 
el caballo mordisquea las riendas y balbucea. 
¿Qué dice el solípedo a su ama? 
Que admira sus dientes de leche, 
sus ojos, puñales rasgados, 
su rostro del color de la aurora. 
Ella responde con una caricia en los lomos, 
al tiempo que sonríe, delicada, 
y el cuadrúpedo mueve los belfos, como si soñara. 
Subiendo por los caminos escarpados, 
el alazán y su dama son una  sola sombra 
que dibuja negros arabescos y parece 
que volara en las nieves eternas. 
A lo lejos, agazapados en el refugio de la montaña, 
los peregrinos sienten el galope acompasado 
que se mezcla con la majestad del crepúsculo 
y encienden las lámparas de aceite 
y candelas en los ojos de la noche.




LABIOS DE ARROZ


En su barcaza bebe Li Po vino tinto gota a gota. 

Las orillas del lago son de légamo azul 

y el cielo fosforescente. 

Graznan los gansos salvajes y se hace lo oscuro. 

Sobre las aguas movedizas riela la luna del verano. 

Blancas las garzas, perfectas, se internan a lo lejos 

en el centro de la noche. 

Li Po se queda dormido y los remos descansan. 

Sueña el poeta con la muchacha de labios de arroz 

que lo besa incansable hasta que amanece.






Tu Fu juega ajedrez con la dama Ping 
por Marco Martos


Frente a las piezas del ajedrez,
escudriño tu rostro de arroz y de nieve
que urde estrategias, estratagemas, tácticas.
Empleo toda mi inteligencia y astucia
en ganar tus deseos y te voy entregando
una a una mis fichas hasta quedar inerme
en las aguas profundas y amarillas de los desesperados.
Cuando me rindo y me entregas tu sonrisa de jade,
emprendo otra partida y con mis dedos, lentos o veloces,
palpo tus hendiduras, tus altas torres soberbias,
tus hermosos flancos y tus descampados.



Nieves eternas

Mientras la muchacha tasca sus penas, ensimismada, 
el caballo mordisquea las riendas y balbucea. 
¿Qué dice el solípedo a su ama? 
Que admira sus dientes de leche, 
sus ojos, puñales rasgados, 
su rostro del color de la aurora. 
Ella responde con una caricia en los lomos, 
al tiempo que sonríe, delicada, 
y el cuadrúpedo mueve los belfos, como si soñara. 
Subiendo por los caminos escarpados, 
el alazán y su dama son una  sola sombra 
que dibuja negros arabescos y parece 
que volara en las nieves eternas. 
A lo lejos, agazapados en el refugio de la montaña, 
los peregrinos sienten el galope acompasado 
que se mezcla con la majestad del crepúsculo 
y encienden las lámparas de aceite 
y candelas en los ojos de la noche.





LABIOS DE ARROZ


En su barcaza bebe Li Po vino tinto gota a gota. 

Las orillas del lago son de légamo azul 

y el cielo fosforescente. 

Graznan los gansos salvajes y se hace lo oscuro. 

Sobre las aguas movedizas riela la luna del verano. 

Blancas las garzas, perfectas, se internan a lo lejos 

en el centro de la noche. 

Li Po se queda dormido y los remos descansan. 

Sueña el poeta con la muchacha de labios de arroz 
que lo besa incansable hasta que amanece. 
 




Copa de los sueños, Wang Wei, en la taberna del pueblo
por Marco Martos

Cierras las páginas de Confucio
y rompes a cantar.
Tu voz tiene el color
de la vainilla
en la noche de abril.
Elástico tu cuerpo,
es una flor que habla
cuando empieza a bailar.
Límpida fibra de la luz,
tu belleza deja perplejos
a los que beben
la copa de los sueños
en soledad.

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